lunes, 5 de marzo de 2018

Adolfo Zableh / Gustavo Petro y Gustavo Bolívar


Gustavo Bolívar


Los Gustavos

Que Gustavo Bolívar renuncie a la política y vuelva a escribir series de narcos, ahí hace menos daño

"Petro y sus seguidores cercanos no quieren equilibrio, quieren venganza, quieren eso que nunca han tenido: poder. Por eso crearon la lista de decentes, tan excluyente, como si el que no estuviera en ella no lo fuera."


Adolfo Zableh Durán
03 de marzo 2018 , 12:00 a.m.

Siempre pensé que lo peor de Gustavo Bolívar eran sus series de televisión, hasta que lo vi liderando la campaña de Petro a la presidencia. Todo indignado, y ni siquiera, multiindignado e hipersensible, tan preocupado por todo que parece pose.

Hasta ahí, todo bien, o más o menos. El asunto es que esta semana sacó un tuit diciendo que el primer acto de Petro en la presidencia sería convocar una constituyente. Hasta le puso fecha –8 de agosto– y cerró con un “quedan notificados”. Es decir, no estaba proponiendo, estaba avisando, y eso que no hemos llegado ni a la consulta interna ni a la primera y segunda vuelta. Si así es ahora, ¿cómo será si llegan al poder?
Bolívar es el seguidor más ilustre de Petro, y no sé cómo pasó de hacer 'Sin tetas no hay paraíso' a ser escudero del exalcalde de Bogotá, si pareciera que ambos caminos no tienen manera de encontrarse. Sin embargo, ahí está, lanzándose al Senado y anunciando reformas.


Usted puede seguir a cualquier político (en realidad, usted puede hacer lo que se le dé la gana), lo que no puede es ser radical, y menos con algo tan álgido como el destino de un país. Cada vez estoy más convencido de que si nos vamos a volver Venezuela, no va a ser tanto por Petro, sino por sus seguidores más acérrimos.

Bolívar es el seguidor más ilustre de Petro, y no sé cómo pasó de hacer 'Sin tetas no hay paraíso' a ser escudero del exalcalde, si pareciera que ambos caminos no tienen manera de encontrarse.
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Es que no aguantan nada, ni una crítica ni un chiste. Escribir de él es todo un experimento sociológico (o antropológico, ni idea) porque si algo no les suena, caen en gavilla. Son tan intolerantes que son uribistas. Yo, que soy débil de carácter, he borrado en las últimas semanas al menos una decena de tuits sobre el candidato apenas se me han ido encima. El otro día, Daniel Samper volvió trending topic el hashtag #HagoMaletasPorSiGanaPetro, medio en mamadera de gallo, y el mismo candidato salió a decir que los que decían eso eran corruptos.


Gane o no, Petro tiene seguidores porque supo hallar un excelente hueco de mercado: los desvalidos, que en este país son mayoría desde siempre. El problema es el ego. Ha sido comparado con Mandela y Gaitán, y no llega a más allá de senador. Yo votaría feliz por un candidato que representara el cambio, que tumbara a los Uribe, los Vargas Lleras, pero no creo que sea Petro.

Y no creo, entre otras razones, porque ese discurso de líder victimizado no me cuadra. Si pierde, va a ser por culpa del sistema; y si gana y la caga, que la va a cagar mientras dure en el poder, va a ser también por el sistema, las mafias, el imperio, Santos, el periodismo, el que sea.

Cuando usted cree que la vida le debe algo, termina exigiendo una compensación y justificando cualquier cosa que haga para conseguirla. Petro y sus seguidores cercanos no quieren equilibrio, quieren venganza, quieren eso que nunca han tenido: poder. Por eso crearon la lista de decentes, tan excluyente, como si el que no estuviera en ella no lo fuera. Su lista de decentes es el ‘la gente bien’ de los de toda la vida que ellos dicen combatir. Y el ‘quedan notificados’ de Bolívar es el ‘duélale a quien le duela’ de los que defienden a Uribe. Lo dicho, uribistas disfrazados de líderes sociales.

Siempre he creído que eso de volvernos Venezuela es un cuento inventado por la derecha para no perder sus privilegios, pero ahora no sé, Ernesto, no sé. Para no quedarse atrás, la izquierda se ha adueñado del discurso de que estamos peor que Venezuela, y tampoco. No seremos Japón, pero tampoco somos Venezuela.

A veces me dan ganas de que quede Petro, a ver cómo termina esto, y descubrir quién tenía razón. Lo único que espero, por ahora, es que Gustavo Bolívar renuncie a la política y vuelva a escribir series de narcos, que ahí hace menos daño. Y en caso de que gane Petro y él no quede de senador, será rezar para que no lo nombren ministro de cultura.


EL TIEMPO


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