sábado, 3 de junio de 2017

Fanny Ardant / El regreso de la musa de Francia

Fanny Ardant
Fanny Ardant, el regreso de la musa de Francia
BIOGRAFÍA
Leyenda viva del cine, políticamente incorrecta y enemiga del feminismo ortodoxo. 

Por BEGOÑA DOÑAT
15 de marzo de 2014, 09:44 pm

Leyenda viva del cine francés, musa de François Truffaut, descarada, enemiga del feminismo ortodoxo y políticamente incorrecta. Fanny Ardant (Saumur, 1949) vuelve a la gran pantalla con Bright Days Ahead, una comedia dirigida por Marion Vernoux que dignifica las pasiones intergeneracionales y que se presentó en el Festival de Toronto. A sus 64 años, Ardant mantiene su atractivo y el ímpetu con el que indignó a las feministas al declarar que prefería cenar con un hombre estúpido a la compañía de una mujer inteligente. Hablamos con ella de los toy boy (hombres jóvenes que salen con mujeres mayores), de la falta de privacidad en internet y de que no tiene televisión ni lee prensa.
Como su personaje, ¿teme la jubilación?
Soy una actriz y es un oficio diferente a otros trabajos. En el cine siempre van a necesitar a mujeres mayores para interpretar papeles de ese rango. Una de las actrices a las que más admiro es Vanessa Redgrave, porque era una de las más bellas del mundo, recuerdo Blow Up, con Antonioni, y año tras año siempre ha mantenido su dignidad como mujer que iba cumpliendo años...
¿Alguna vez piensa a qué se dedicaría si se retirara?
Abriría una pequeña peluquería en una pequeña villa italiana. No en una gran ciudad como París, porque las mujeres son unas estiradas. El trabajo del salón de belleza guarda un vínculo con la actuación, porque cuando estás sobre el escenario actúas con el deseo inconsciente de procurarle felicidad a la gente, para cambiar su visión de la vida, para ayudarles a salir de su desesperanza. Con la peluquería sucede lo mismo.
‘Bright Days Ahead’ aborda la relación entre una mujer mayor y un chico más joven. ¿Cómo considera que la sociedad está encajando este tipo de relaciones?
El mayor cliché es la opinión de la sociedad de que la relación no va a durar. Lo cual es una estupidez. Podemos hallarnos ante una gran historia de amor. Mira el caso de Marguerite Duras. Se enamoró de un homosexual 30 años menor que ella. Bebían vino como dos locos, la burguesía parisina no lo aceptó, pero qué importa, vivieron juntos 20 años. Fue una fantástica historia de amor. Pero el tipo de chismorreo que despierta es el mismo que provoca la relación entre un hombre mayor y una chica joven. Todo el mundo dice que ella busca el dinero.
¿Piensa que la crítica es diferente en esa inversión de roles, que vivimos en un mundo regido por los hombres?
Creo que la sociedad es conformista, pues concibe la familia como papá, mamá, bebé y casita; pero no tenemos por qué plegarnos a ese convencionalismo. El amor entre religiones, etnias, edades sigue siendo amor. Luego está el síndrome de la alfombra roja, el joven musculoso con una mujer de 88 años; eso es espectáculo, sexo, puro Hollywood, porque los novios se lucen como si fueran conquistas. Para mí, una historia de amor no se muestra a los demás, forma parte de tu vida privada. Un amor real ha de ser clandestino.
¿Se le resisten los computadores igual que a la protagonista de ‘Bright Days Ahead’?
Tengo un nivel muy básico, sólo uso los computadores para escribir o enviar correos, pero odio las redes sociales.
¿Por qué?
No entiendo para qué sirven. Estoy segura de que suena pretencioso, pero nunca leo periódicos ni veo la televisión.
¿Ha sido muy selectiva en su carrera?
Nunca me he considerado una actriz profesional, sino que me he manejado por impulsos. Cuando he querido un papel, he ido por él.
También en ‘Rasputín’
En el imaginario popular, Fanny Ardant evoca grandes pelucas y corsés de época. Frecuente ha sido su participación en películas históricas, lo que se ha convertido en un sello personal. Su último proyecto ha sido el estreno de ‘Rasputin’, donde interpreta a la emperatriz Alejandra de Rusia bajo las órdenes de su amigo Gérard Depardieu.
Ardant reconoce que a menudo recibe propuestas de papeles de mujeres de su edad malvadas, celosas y amargadas.
Y, por eso, suele rechazarlos: “No quiero pasar el resto de mi vida interpretando a mujeres que odio”, afirma.

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