martes, 26 de abril de 2016

Dos años de la muerte de García Márquez / El no hacía realismo mágico, sino cosas mágicas






Gabriel García Márquez

DOS AÑOS DE LA MUERTE DE GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ

Tras dos años sin García Márquez, su ausencia se siente como un relámpago de frío entre sus amigos


JUAN CRUZ

Madrid 15 ABR 2016 - 17:00 COT
Jaime García Márquez: 
“El no hacía realismo mágico, sino cosas mágicas”

“A mí a veces me da un poco de pudor tener que contar de Gabito… Pero cada día voy sabiendo más de él, no sólo por mí, sino por lo que me dicen. Tú dices que Nelson Noches, su amigo de Aracataca, decía que Gabo se le aparecía por las noches a jugar al ajedrez. Si Gabito no jugaba al ajedrez... Pero si él estuviera aquí me diría 'Ven acá, Jaime, ¿y tú por qué dices que yo no juego al ajedrez?' Él se inventaba mucho, pero mucho estaba aquí, en Cartagena o en la casa de Aracataca, donde nació, lo que pasa es que a la gente le dio por decir que era realismo mágico. ¡Gabo no echaba nunca una mentira, todo lo que cuenta es verdad, nosotros lo vimos! Un día me citó en Barranquilla, y yo me fui perdiendo por esos caminos, hasta que llegué a un cruce y le pregunté a un hombre si iba por el camino correcto. ¡El hombre era Gabito! Con él pasaban cosas mágicas, pero no era realismo mágico, ¡pasaba! Lo que pasa es que él personifica eso de que la realidad supera la ficción, mérito del Caribe.

“Lo que pasa es que nosotros no sabemos convertir todo eso en literatura. Y él agarró los cuentos de la madre, de la abuela, esta cultura, ¡Cien años de soledad es verdad! Él me dijo un día: 'Jaime, todo lo que yo cuento es verdad'. Lo asistía la magia, es cierto; con lo que le sucede a todas las personas él hizo cuentos. Puso de moda nuestras palabras y parecía que estaba inventándolas… Nosotros no parábamos de hablar, en casa, en la calle, es la vida caribe, y Gabito escuchaba. Para él un rincón guapo era una charla en familia. Él era el escuchante feliz… Era un esponja para conseguir información, y tenía una memoria privilegiada.

“Fue mi padrino. Según Gabito, fui seismesino. Era un renacuajo que se iba a morir. Hay tantas historias… Por ejemplo,El coronel no tiene quien le escriba… Ese coronel es mi abuelo, definitivamente. Se pasó toda la vida peleando por una pensión vitalicia… ¿Te acuerdas de lo que dice al final del cuento, ese conflicto sobre matar el gallo y la pregunta de su señora, qué comemos mañana? Y el coronel responde '¡Mierda!', ese es mi abuelo. Esa es una metáfora de la historia de mi abuelo esperando la pensión que llega".

“¿Qué cómo es la vida aquí sin Gabito? No lo puedo explicar, y no lo puedo explicar porque es un sentimiento que aún no he superado. Estoy visitando a un primo que es psiquiatra. Me dice mi primo: 'La única manera de que tú superes esta situación es llorando. Haz el ejercicio, llora. Si lo retienes eso te hace daño'. Pero es un problema que no me pasa sólo a mí. Pero es que si yo lloro se nota más, porque soy el hermanito menor de Gabo. Pues eso es: es un dolor que no acaba, pero es un dolor contradictorio porque me siento orgulloso de que ese hermano de uno haya logrado lo que él obsesivamente buscó. Yo puedo durar días hablando de Gabito. Gabito era la música y no podemos vivir sin música”.

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