sábado, 12 de julio de 2014

Manuel Rodríguez Rivero / Encantados de saludarla, señora Wilde


CRÓNICA: SILLÓN DE OREJAS
ENCANTADOS DE SALUDARLA,
SEÑORA WILDE

Por Manuel Rodríguez Rivero
Madrid, El País, 20/08/2011

Constance Wilde

Oscar Wilde nunca fue "un marido ideal" como tampoco lo era sir Robert Chiltern, protagonista de su célebre comedia, pero hubo un tiempo en que lo intentó seriamente. Incluso sus amigos se dieron cuenta. Por ejemplo, el joven Yeats, que, tras una visita a la casa de los Wilde, se refirió a la "perfecta armonía" del matrimonio, bajo la cual percibía, sin embargo, cierta "deliberada composición estética". Oscar y su mujer, Constance Mary Lloyd, ambos irlandeses, se casaron en 1884, se mudaron al entonces bohemio barrio de Chelsea y vivieron juntos hasta que estalló (1895) el escándalo que llevó al dramaturgo a un juicio ignominioso. En el entretanto hicieron dos hijos (Cyril y Vyvyan) y se convirtieron en la pareja más deslumbrante del Aesthetic Movement, la vanguardia intelectual y artística que agitó a la muy pacata sociedad tardo-victoriana. Como pareja se comportaban como su propio anuncio, mostrándose a menudo orgullosos y desafiantes. Él epataba con su talento y su ingenio y ella se mostraba como una mujer independiente que se enfrentaba a los tabúes de su tiempo; abogada de los derechos de las mujeres y partidaria de la libertad de Irlanda, defendió la "vestimenta racional", criticando el opresivo corsé y las inflamables crinolinas entonces utilizadas por las damas, al tiempo que lucía revolucionarios vestidos en los que la elegancia no estaba reñida con la libertad de movimientos. Escribió artículos y cuentos para niños, intervino en tertulias y debates, y apoyó iniciativas empresariales de carácter feminista. Y contribuyó a convertir su casa de Tite Street en uno de los templos de la vanguardia artística londinense. La estupenda biografía Constance: The Tragic and Scandalous Life of Mrs Oscar Wilde, de Franny Moyle (John Murray, 20 libras; 10,99 en e-book) recorre la trayectoria vital de esta mujer, explorando tanto su actividad social como su papel como esposa y madre. Descrita a menudo como una especie de víctima pasiva de su marido, que se habría casado con ella para acallar a los moralistas y aprovecharse de su dinero, Constance emerge en esta biografía como una mujer valiente y decidida que trató de ayudar a Wilde hasta el final. Tras el escándalo -y la negativa de Oscar a abandonar a Alfred Bosie Douglas- cambió de nombre y se exilió con sus dos hijos. Murió (1898) a los 39 años en Génova, en cuyo cementerio está enterrada. Hasta los años sesenta del siglo pasado no se inscribió en su lápida que había sido la esposa de Oscar Wilde.



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