lunes, 31 de marzo de 2014

Romain Gary / Los habitantes de la tierra


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Fotografía de Lee Jefrees
Romain Gary
BIOGRAFÍA
LOS HABITANTES DE LA TIERRA
Traducción de Luis Echevarri

En la carretera de Hamburgo a Neugern había antes de la guerra una aldea que se llamaba Paternosterkirchen. La región fue en otro tiempo célebre por su industria del vidrio, y en la plaza principal del lugar, delante del Palacio del Burgomaestre, los turistas iban a admirar la famosa fuente del Soplador, que representaba al legendario Johann Krull, artesano que había jurado soplar su alma en un trozo de vidrio de Paternosterkirchen para que la industria que daba fama a la región pudiese estar representada dignamente en el Paraíso. La estatua del buen Johann en el acto de realizar su proeza, así como el Palacio del Burgomaestre, curioso edificio del siglo xiii, en el que se conservaban las muestras de todas las piezas sopladas en Paternosterkirchen, han desaparecido al mismo tiempo que el resto de la pequeña población durante el último conflicto mundial, a consecuencia de un error en el bombardeo.

Diego Gary / A veces tengo miedo de llevar una bomba dentro y que estalle


Diego Gary


Hijo de la actriz Jean Seberg y del escritor Romain Gary

Diego Gary: ´A veces tengo miedo de llevar una bomba dentro y que estalle´


"La persecución de la CIA y el FBI por su relación con los Panteras Negras destrozó a mi madre, ahí empezó a irse a pique"


Diego Gary.

Diego Gary. Catherine Hélie / Gallimard

Es el único hijo de dos suicidas: el escritor francés de origen lituano Romain Gary, el único que obtuvo dos veces el Goncourt, el máximo premio de las letras galas, y de la actriz Jean Seberg; la inolvidable vendedora del 'Herald Tribune' en 'Á bout de souffle'. Alexander Diego Gary (1962) es un superviviente. Acaba de publicar 'S. o la esperanza de vivir' (Galaxia Gutermberg), un ejercicio de catarsis

ISABEL BUGALLAL
LA OPINION CORUÑA
23 DE MARZO DE 2014

Tom Wolfe / Bloody Miami


Tom Wolfe

Bloody Miami


31 DE MARZO DE 2014



Edward T. Topping IV, blanco, anglo y sajón, miembro de una pequeña dinastía –es el cuarto de su familia que lleva este nombre y que ha estudiado en Yale–, va con Mack, su mujer –también Yale– a cenar a un restaurante. Y mientras se desocupa una plaza para aparcar su pequeño y ecológico coche –como toca a personas progresistas y cultivadas como ellos–, un esplendoroso Ferrari, conducido por una latina no menos esplendorosa y cargada de oro y oropeles, les birla el lugar. Y luego la conductora se burla descaradamente de Mack. Quizá porque, como afirma Wolfe, Miami es la única ciudad de América, y quizá del mundo, donde una población venida de otro país, de otra cultura, con otra lengua, se ha hecho dueña del territorio en sólo una generación, y lo demuestra en las urnas, y en el posterior ejercicio del poder. Y por eso Ed Topping ha sido enviado a Miami a reconvertir el Miami Herald en un periódico digital, sin edición en papel, y lanzar El Nuevo Herald para las masas latinas.

Y en esa Miami y en este diario viven y trabajan dos personajes fundamentales de esta inmensa, intensa, divertida novela: el joven John Smith, un periodista que persigue la gran exclusiva que hará que deje de ser novato y desconocido, y Nestor Camacho, policía, veintidós años, miembro de la segunda generación de cubano-americanos nacidos en Miami, que se expresa mucho mejor en inglés que en español, y será el protagonista de la exclusiva de John. Pero hay más, mucho más: está Magdalena, la muy guapa Magdalena, novia o algo parecido de Nestor, y su amante, un psiquiatra famosillo, especializado en el tratamiento de las adicciones sexuales y hábil trepador, que se aprovecha de uno de sus pacientes, un poderoso millonario que vive masturbándose con tal intensidad que tiene el pene casi deshecho, para circular entre la más selecta sociedad de Miami. Y hay mafiosos rusos, un alcalde latino y un jefe de policía negro. Y los fastos y las fiestas donde se congregan todos los que hacen que el mundo y Miami giren en la vida y en esta novela, tan torrencial como, a menudo, esperpéntica…
«Wolfe, ese sardónico maestro de la sátira, destripa, descuartiza viva a una ciudad como ya lo hizo con Nueva York en La hoguera de las vanidades. Una fábula iracunda, astuta, emocionante, sobre una ciudad chamuscada por el sol, dividida y volátil, donde “todos odian a todos”» (Donna Seaman, Booklist).
«Los novelistas americanos, a menudo atrapados en los dramas íntimos más triviales, siguen necesitando a Tom Wolfe al frente de su equipo» (Thomas Mallon, The New York Times).
«Hay que pasearse por esta ciudad y disfrutar de las atracciones: la cómica carrera de los millonarios en la inauguración de la Art Basel, las orgías sobre los yates, las peleas épicas por una plaza de aparcamiento… Vulgar, sublime, excesiva, la Miami de Tom Wolfe es una montaña rusa» (Philippe Boulet-Gercourt, Le Nouvel Observateur).

«Una escritura cargada de adrenalina, controlada mediante un ingenio sarcástico, y vigorizada por el talento de Wolfe para el reportaje, que lo hizo famoso como periodista» (Peter Kemp, Sunday Times).



Tom Wolfe / Lamento no haber sido más mezquino con Norman Mailer

Tom Wolfe

Tom Wolfe

"Lamento no haber sido más mezquino 

con Norman Mailer"

Tom Wolfe publica la que podría ser su última novela, 'Bloody Miami', y ajusta cuentas con su pasado con la serenidad del que ya no teme nada del futuro



Tom Wolfe, fotografiado para ICON en Barcelona, después de pasar un rato describiéndole al otógrafo la fragilidad del mundillo digital. / XAVIER TORRES-BACCHETTA0

Tom Wolfe lleva un año promocionando su más reciente novela –algunos dicen que será la última–, Bloody Miami (Anagrama). Aparenta los 82 años que tiene, y aunque conserva la lengua afilada cuando se le menciona a algún enemigo, proyecta una afabilidad de abuelete de cuento sureño. Técnicamente lo es. Su discurso, sereno, resulta lo opuesto a sus relatos sincopados y onomatopéyicos. En un salón barcelonés, uno de los padres del Nuevo Periodismo maldecirá hoy un par de veces la tecnología digital, pero no sin antes preguntar con candor para qué sirve cada aparato que arrastra nuestro fotógrafo. Ni una intensa mañana en la que él es la estrella parece reprimir su proverbial curiosidad.
Si ahora mismo se topase con el Espíritu Santo de la Objetividad, ¿qué le diría?
“¡Sigue así, muchacho!”. Los deconstruccionistas me afeaban, empleando un argumento esencialmente marxista: “¿No entiendes que el establishment te controla hasta tal punto que controla tu vocabulario? Crees que dices la verdad, pero en el fondo solo estás usando sus palabras”. Hay muchos intelectuales que se refieren a la mía como mi “supuesta objetividad”, como si quisieran decirme que oculta una preferencia de la que ni me doy cuenta.
De todos los indeseados efectos que tuvo el Nuevo Periodismo en la profesión, ¿cuál es el que más lamenta?
El abuso de la primera persona del singular. Un fallo que yo mismo he cometido. Mi primer texto, El coqueto, aerodinámico rocanrolcolor caramelo de ron [Tusquets], sobre la cultura automovilística en California, lo empecé escribiendo: “La primera vez que vi coches personalizados…”. A menos que seas una parte de la trama, creo que es un error escribir en primera persona.
Se lo podría haber dicho a su archienemigo íntimo, Norman Mailer.
Ah, Norman Mailer, descanse en paz. Su obra estaba tan distorsionada por esa insistencia suya en formar parte de la narración. Al menos tuvo la decencia de cambiar el yo por Norman Mailer cuando escribió sobre el alunizaje del Apolo XI [Of a fire on the moon], ¡pero es increíble lo poco que intervenía el autor en la acción de esa historia! ¡Pero si no pudo subir a la nave!
¿Nunca ha lamentado no haber hecho las paces con él antes de que muriera?
Para nada. No fui lo bastante mezquino con él. Hice todo lo que pude para serlo más, pero creo que no fue suficiente.


Wolfe juega con su perro en su residencia de Los Hamptons (Long Island)
¿Cómo alguien aparentemente tan entrañable como usted ha conseguido crearse tantos enemigos?
Gracias. Soy entrañable, esa es la verdad. Pues tiene que ver con qué escribes y sobre quién. En mis inicios escribía sobre temas llamados pop. Gracias a Dios, esa palabra ha pasado de moda. Ya sabe, la gente era joven y hacía cosas salvajes y locas, y se asumió, por lo que escribía, que yo debía ser muy progresista. Pero un buen día decidieron que no, que yo era un conservador. Y eso aún permanece.
¿Por eso acuñó la etiqueta de radical chic con la que se reía de los pijos progres?
Me empezaron a llamar conservador a partir del momento en que relaté la fiesta que organizaron Leonard Bernstein y sus amigos para recaudar fondos para los Panteras Negras. Muchos me preguntaron: “¿Cómo pudiste hacerles quedar mal?”. ¿Yo? ¿Acaso invité yo a los Panteras Negras a mi casa para que me entretuviesen? Lo hicieron ellos, porque pensaron que era muychic. No sé si ahora alguien hubiera escrito algo así sin desinfectarlo.
¿Se refiere a la corrección política?
Es terrible. La llamada corrección política es marxismo desinfectado. Mire esos intelectuales, los supuestamente más cultivados, sometidos a la corrección política, a ese marxismo rococó, porque piensan que no queda bien oponerse a él.
Sé que le gusta clasificar los muchos insultos que ha recibido. ¿De cuál está más orgulloso?
Del de ultraconservador. ¿Se ha fijado en que ya no existen los conservadores? Si lo eres, entonces eres directamente un ultraconservador. ¿Cuál es el que más gracia le hace a usted?

Una de las cosas buenas del periodismo es que te obliga a mantenerte cuerdo"
Uno que lo comparaba con un niño de seis años viendo una peli porno: decía que usted podía seguir los movimientos de los cuerpos, pero que no entendía los matices. Un comentario que atribuyen a Robert Motherwell, el artista. Es bastante ocurrente.
Eso fue de cuando escribí un librito llamado La palabra pintada [Anagrama]. Era una pequeña historia del arte moderno. Pero creo que no me la tomé muy en serio. Artforum, una revista de mucha reputación en EE UU que se considera la élite de la crítica artística y el conocimiento intelectual, empezó un artículo sobre mi libro diciendo que yo era un capullo. Y aunque dignifiques a un persona con solo hablar de ella, ellos venían a decir que yo era una persona sin la menor importancia. Es posible que también me sienta un poco orgulloso de eso.
¿No se sorprende de cuánta gente se presta rauda a compartir toneladas de información con usted mientras se documenta? Incluso ha teorizado sobre ello, no sé si irónicamente: lo llama la compulsión informativa del ser humano.
Es efectivamente un problema interesante. Y real [ríe].
¿Se ha sentido culpable por abusar de la bondad de alguna fuente? ¿O por el contrario piensa que así es cómo se masajea un ego, en línea con la teoría warholiana de los 15 minutos?
Es una cuestión de estatus. Si decides contar a alguien algo que quiere saber, aumentas tu estatus. Cuando un coche interrumpe mi paseo veraniego por Long Island para pedirme una indicación, me extiendo hasta agotar la paciencia del pobre conductor. Porque disfruto: ¡yo sé algo que él no sabe! ¡Y lo estoy demostrando! En cambio, si desconozco la respuesta, le soltaré: ‘¿Quién cree que soy, por el amor de Dios? ¿El geógrafo del pueblo?’. Digamos que esta teoría es mi pequeña aportación a la ciencia de la psicología.


El periodista, nativo de Richmond (Virginia), en 1966, paseando por una calle de Manhattan como si fuera parte del mobiliario urbano
¿Qué opina del periodismo activista de Glenn GreenwaldMichael Moore y otros?
Lo que puedo decir de Michael Moore es que consigue hacerlo divertido. Y tampoco pretende pasar por objetivo. No comparto muchas de sus opiniones, pero me quito el sombrero, que Dios le bendiga. Y respecto a los otros… No quiero minimizar mi trabajo literario, pero lo primero que me considero es periodista. Cuando la gente critica mis novelas por ser demasiado periodísticas, yo les digo que no lo son lo suficiente. Es un cumplido, aunque pocos escritores lo consideren así. Y creo que la historia de Edward Snowden es maravillosa para el periodismo.
¿Cómo abordaría un encargo sobre él?
Intentaría acercarme a él, y si no pudiera, a sus amigos. Averiguar sus verdaderas motivaciones. Yo no diría que Snowden es un traidor, pero sí actuó de forma traicionera. Sabía que estaba dañando a su país, pero a la vez tenía unos ideales. Esas herramientas de investigación en nombre de nuestra seguridad que ha sacado a la luz... ¡se trata de información con muchísimo valor! No nos podemos ni imaginar la cantidad de datos que manejan esos sistemas. Llegará un día en el que usted y yo no nos podamos sentar en un salón como hoy sin que nadie nos escuche. ¿Sabe qué deberíamos hacer?
¿Qué?
¡Volver a lo analógico! Así de simple. ¡Abandone ahora mismo todo lo digital! Ya verá cómo lo agradecerá.
La desconexión digital está a la orden del día, no se crea.
Dígaselo entonces también a su fotógrafo [Wolfe convence a nuestro fotógrafo de que dispare al menos la mitad de la sesión en analógico].
En Bloody Miami ha vuelto a descuartizar sin mucha piedad una gran ciudad estadounidense. Todo el mundo sigue odiando a todo el mundo. Una tensión que parece ir más allá de lo racial y lo cultural. ¿Está Miami a punto de estallar?
El turismo solía ser la primera industria en la ciudad. Ahora lo son el transporte y la banca, y ambas tienen que ver con los hispanos. Buena parte de la banca latinoamericana se cuece en Miami, porque el sistema estadounidense es más seguro que el de sus países de origen. ¿Sabe que la rama de la Reserva Federal en Miami maneja más millones en efectivo que el resto de oficinas de la Reserva Federal del país juntas? Eso es porque todas las transacciones de la droga son en efectivo. Quizá no sea tan salvaje ahora, pero ilustra cuán importante es el negocio en Miami.
¿Comparte lo mal que sentó entre los disidentes cubanos el apretón de manos entre Raúl Castro y Barack Obama?
Fue mera cortesía superficial. ¿Cuántos presidentes pueden negarle un saludo a otro presidente? Hoy hay muchos cubanos en Florida que no se sienten así. Son de tercera generación, y siguen siendo anticastristas porque sus familias lo son, pero creo que ya no es algo tan visceral.




Tom Wolfe durante la fiesta de presentación de 'New York Magazine' en noviembre de 1967 con (de izquierda a derecha) el periodista Jimmy Breslin, el redactor jefe George Hirsch y el fundador Clay Felker
¿Le irritó sentirse parte de una minoría étnica y lingüística en su propio país mientras preparaba el libro?
No. Sabía que pronto iba a salir de allí. Pero quise reflejar esa situación en el primer capítulo de la novela, en el que mi figura central, el policía Néstor Camacho, siente desprecio hacia los dos compañeros anglo con los que patrulla en su barco. Los desprecia, entre otras cosas, porque no están en forma. Y a la vez, sus colegas emplean la palabra canadiense para referirse a los cubanos y poder maldecirlos sin que Néstor se entere, aunque él sí lo hace.
¿Qué otras veces se ha sentido parte de una minoría?
Bueno, estuve en la peor parte del Bronx, que es como decir la peor parte de Nueva York, para escribir La hoguera de las vanidades [Anagrama]. Allí estaba claramente en minoría. Y descubrí que en esas circunstancias ni siquiera tenía que cambiar mi manera de vestir. Por mucho que me camuflara no iba a ser confundido con un oriundo del barrio. ¿A quién voy a engañar?
Pensaba que usted no llevaba su habitual traje blanco cuando trabajaba.
No, claro, no llevaba el traje blanco. Eso sería como buscar pelea. En el Bronx aprendí que uno está seguro mientras esté escoltado por alguien bien conocido en la comunidad. Pero la gente tampoco deambula por allí buscando a alguien a quien robar o matar, ¿sabe? Al menos no voluntariamente.
¿Hasta qué punto está usted dispuesto a arriesgar su integridad física en el sagrado nombre del periodismo?
No pienso en esos términos. Cuando seguí a los Merry Pranksters, un grupo de hippies sobre el que escribí [en el clásico Ponche de ácido lisérgico], ellos se hinchaban a LSD y metanfetamina. No sé si ha estado junto a alguien que se meta metanfetamina, más que provocar miedo, te hace sentir raro. Si ves a un adicto hacer un dibujo de un soldado, no parará de añadirle detalles, y al final lo que resulta es un gran garabato negro y espeso. Nunca he visto nada igual.
¿Experimentó mucho con esa droga mientras escribía la crónica?
No, nunca. Había leído y oído tanto sobre malos viajes, experiencias terribles. No voy a decir que tuviera miedo, pero después de entrevistar a tanta gente que consumía, incluso en el momento en el que estaban colocados…
¿Quiere decir que no experimentó con drogas entonces o que nunca lo ha hecho?
Nunca. Hay quien está convencido de que consumí LSD en momentos de mi carrera. Hubo gente de ese mundo que me metió cosas en la comida, pero no LSD, gracias a Dios.
¿Cosas en la comida?
Una noche pensé que sí, porque empecé a alucinar locamente, pero resultó ser otra droga, no recuerdo el nombre. Era poderosa, pero no duró ocho horas como el LSD. Una de las cosas buenas del periodismo es que te fuerza a hacer cosas atípicas pero a la vez te obliga a mantenerte cuerdo.



Jean Seberg y el acoso del FBI


French New Wave Jean Seberg

Jean Seberg
Y EL ACOSO DEL FBI

Jean Seberg en un fotograma de 'Al final de la escapada'.
Jean Seberg en un fotograma de 'Al final de la escapada'.
SU CADAVER SE ENCONTRÓ EN UN COCHE EN 1979

¿Se suicidó Jean Seberg por el acoso al que la sometió el FBI?


Efe | Londres
Actualizado el lunes 24/08/2009 a las 12:40 h.

Diego Gary, hijo de la actriz estadounidense Jean Seberg, asegura, en declaraciones concedidas a 'The Sunday Times', que el FBI empujó a su madre a suicidarse con una sobredosis de drogas.
"Se sentía perseguida", afirma Gary, en alusión a una campaña psicológica "desestabilizadora" del FBI contra la actriz, por su apoyo al grupo ultraizquierdista de los Panteras Negras.
"Hubo momentos en que tenía mucho miedo. Incluso contrató a dos guardaespaldas para que la protegieran porque había recibido muchas amenazas", explica Gary, hijo de Seberg y del premiado novelista francés Romain Gary.
Recordada sobre todo por su papel junto a Jean-Paul Belmondo en 'A bout de souffle' ('Al final de la escapada'), de Jean-Luc Godard, la actriz llamó la atención del director del FBI, J Edgard Hoover por su activismo político.

domingo, 30 de marzo de 2014

Amparo Muñoz / Un bello juguete roto


Amparo Muñoz
Un bello juguete roto

La única Miss Universo española ha muerto en su casa de Málaga con 56 años tras sufrir una larga enfermedad

DIEGO GALÁN  
El País, Madrid, 28/02/2011



Muy joven, a los 56 años, ha muerto en Málaga Amparo Muñoz, la mujer más bella. Así se la valoró en 1973, cuando fue coronada a los 19 años como Miss España, y en 1974 cuando en Filipinas fue nominada Miss Universo. Pero Amparo Muñoz era una mujer de carácter fuerte, y a los seis meses de su reinado rechazó el título al sentirse manipulada por la organización del concurso, que la obligaba a constantes viajes y presentaciones. Su afán de libertad fue una de sus características, y quizás por ello acabó siendo pisoteada por cierta prensa del corazón.

Amparo Muñoz / La mujer más bella

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Amparo Muñoz
Foto de Sylvia Polakov

Amparo Muñoz

La mujer más bella

La fotógrafa Sylvia Polakov no conocía a Amparo Muñoz pero acabaron compartiendo taxi. Terminó por ser una sesión fácil y rápida


En el recuerdo de la fotógrafa Sylvia Polakov, sucedió una madrugada a la salida de una discoteca. No conocía a Amparo Muñoz pero acabaron compartiendo taxi. Fue entonces cuando reparó en la mujer que se sentaba a su lado: "¡Que belleza¡ ¡Eres la mujer más guapa que he visto en mi vida¡". Amparo la escuchó con una sonrisa, ya se había acostumbrado a las lisonjas. El piropo quedó en el aire cuando la fotógrafa se bajó del vehículo, en la puerta de su casa. No fue hasta años después, cuando Madrid ya estaba inmersa en los años de desenfreno y libertad que precedieron a la movida, que volvieron a encontrarse, esta vez en un estudio de fotografía. Le prestó el cinturón, que oculta el pecho, y la pulsera de marfil. Hay complementos que resultan tremendamente atractivos en las fotos. Amparo no necesitó nada más, bastó el color de sus ojos ("semi-verdes"), el pelo lustroso, la perfección de sus facciones, la piel, la mirada… Todo en ella rezuma sensualidad. Ya poseía todos los títulos: Miss Costa del Sol, Miss España y Miss Universo. Fue una sesión fácil y rápida. Sin necesidad de muchas palabras. Polakov no acostumbra jalear a sus modelos. Sencillamente los coge y los hace posar. No necesita que funcione la química entre iguales, se mueve guiada por el oficio y la intuición. Estos días repasa los miles de negativos que guarda en su casa para enmarcarlos en un libro. La farándula se mezcla con lagauche divine,la noche, la moda, Ibiza o la alta política. No debe resultar sencillo resumir tres décadas de intenso trabajo, pero aún mantiene el requiebro de aquella madrugada. La última vez que se cruzó con ella ya era otra persona.

Amparo Muñoz / bella y desdichada

Amparo Muñoz

AMPARO MUÑOZ
BELLA Y DESDICHADA

En 1954 nacía en Vélez – Málaga una de las actrices con más carácter del cine español.  Fueron muchos los que se sumergieron en su vida y la respuesta de Amparo Muñoz siempre fue romper el orden establecido.        
          
 La actriz salió de su Málaga natal para lograr, escalón a escalón, convertirse en la mujer más bella del universo. Al ser nombrada Miss Universo en 1974, su vida cambió repentinamente. Empezó a interesarse por el mundo audiovisual y desechó el título de Miss Universo poco tiempo después al sentirse manipulada por la organización del concurso, que la obligaba a constantes viajes y presentaciones. Su afán de libertad la llevó a que muchos directores de la talla de Pilar Miró, José Luis Dibildos, Carlos Saura, Jaime Chávarri o Fernando de León Araona se interesaran por ella.

sábado, 29 de marzo de 2014

Hilda Hills / Amavisse XII / Fragmento


Hilda Hilst
BIOGRAFÍA
Amavisse
XII
(fragmento)
Si tuviera madera e ilusiones
haría un barco y pensaría el arco iris.


Hilda Hilst
Amavisse
São Paulo, Massao Ohno Editor, 1989


Hilda Hilst / Amavise VIII / Descansa

Ilustración de Ofra Amit

Hilda Hilst
BIOGRAFÍA
AMAVISSE
VIII


Descansa.
El hombre ya se hizo
el oscuro ciego rabioso animal
que pretendías.




Hilda Hilst
Amavisse
São Paulo, Massao Ohno Editor, 1989






Hilda Hilst / Amavisse VI / Que las barcazas del Tiempo me devuelvan



Hilda Hilst
BIOGRAFÍA
AMAVISSE
VI




Que las barcazas del Tiempo me devuelvan
la primitiva urna de palabras.
Que me devuelvan a ti y a tu rostro
como lo conocí desde siempre: punzante
pero centellante de vida, renovado
como si el sol y el rostro caminasen
porque la luz de uno venía al otro.

Que me devuelvan la noche, el espacio
para sentirme tan vasta y poseída
como si aguas y maderas de todas las barcazas
se hiciesen materia rediviva, adolescencia y mito.

Que te devuelva la fuente de mi primer grito.


Hilda Hilst
Amavisse
São Paulo, Massao Ohno Editor, 1989