jueves, 31 de enero de 2013

Yao Lu / Basura y nuevos paisajes




Yao Lu
BASURA Y NUEVOS PAISAJES

El fotógrafo Yao Lu ha creado una serie reflexiva y oportuna inspirado por la pintura tradicional china que se titula Nuevos paisajes. Con fotografías de montones de basura cubiertos de verdes redes de protección  reelaborados por ordenador logra   crear imágenes de paisajes rurales de montañas envueltas en la niebla. De manera digital añade pagodas, casas, barcos, árboles sobre las fotos que tomó produciendo  paisajes meticulosamente recreados (Exposición de Bruce Silverstein Gallery ,Nueva York) 

Yao Lu nos  habla de las mutaciones radicales que afectan a la naturaleza en China sujeta  a la urbanización desenfrenada y las amenazas ecológicas que ponen en peligro el medio ambiente.

Fuente: designmixer

“En términos generales, para mis trabajos utilizo el formulario de la pintura tradicional china para expresar la cara de China. Hoy en día China se está desarrollando de manera espectacular y muchas cosas están en construcción constante. Mientras tanto, muchas cosas han desaparecido y siguen desapareciendo. Los vertederos de basura cubiertos con el “escudo”, una red verde, son un fenómeno omnipresente en China. Quiero que el mundo sea capaz de hacer una transformación benigna. Las personas deben proteger el medio ambiente. Este trabajo implica que el mundo debe ser más y más armoniosa.

La fotografía puede ser entendida de manera tradicional: puede contar muchas historias ‘récord’ mucho antes de nuestro tiempo, y puede llevar a la gente de vuelta a los tiempos y las situaciones de hace muchos años. Pero la fotografía también es muy contemporánea. Se puede volver a montar y volver a editar las cosas que realmente se ven con  el fin de producir la ilusión de lo que la gente ve cuando están frente a esas obras fotográficas. En estas obras, que vea las imágenes que son tanto reales como de ficción.

En cuanto al estilo de mis obras, yo creo en mantener una sensación hermosa en el encuadre de la imagen, incluyendo la composición, la línea, la densidad y la estructura, todos los elementos contenidos en la pintura de forma regular. Creo que una buena obra de arte se compone de muchos elementos, y debe reflejar el conocimiento y la habilidad del artista. Una obra de arte tiene una buena inteligencia. La flexibilidad de la fotografía ofrece un gran espacio expresivo para mí. “.


http://cuadernoderetazos.wordpress.com/category/fotografia/page/2/



miércoles, 30 de enero de 2013

Liu Bolin / El oficio del camaléon



Liu Bolin
EL OFICIO DEL CAMALEÓN








Es un camaleón aunque también se le conoce como el hombre invisible. El fotógrafo y escultor chino Liu Bolin tiene la habilidad camaleónica de mimetizarse con el entorno: no hay fondo que se le resista. Para lograr el perfecto camuflaje  puede tardar hasta diez horas, cuidando el mínimo detalle, hasta el punto que su presencia queda inadvertida. 











Explora la identidad nacional china y las relaciones de los seres humanos con el medio ambiente. Tras su primera exposición en 1998, ganó reconocimiento internacional. 











Fuentes: IlpostBBCOdditycentral

lunes, 28 de enero de 2013

Leigh Ledare / Todo sobre su madre


Mamá desnuda ante el espejo
Foto de Leigh Ledare

Leigh Ledare

Todo sobre su madre


Leigh Ledare protagoniza su primera retrospectiva europea con sus provocadoras imágenes

El artista es conocido por retratar la vida sexual de su progenitora


Leigh Ledare empezó a hacer ruido allá por 2010, cuando el PS1 de Nueva York –sucursal del MoMA para el último arte contemporáneo— le seleccionó para la gran exposición que organiza cada cinco años para destacar lo más prometedor de la escena local. El verano anterior, ya había llamado la atención en los prestigiosos Encuentros Fotográficos de Arles. La comisaria invitada, un mito de la fotografía contemporánea como Nan Goldin, le escogió como uno de los nombres a tener controlados en el radar. Sus imágenes retrataban a una pelirroja de mediana edad practicando sexo con amantes más jóvenes a lo largo de ocho años. Otra serie sobre ese oscuro objeto del deseo, pensaron algunos. Hasta que, al leer la letra pequeña, descubrieron que Tina Peterson, antiguo prodigio de la danza clásica reconvertida en madura bailarina de striptease, era también su madre.
De la banalidad pornográfica, sus imágenes pasaron a la categoría de provocación limítrofe con el incesto. “Es una lectura inicial posible, pero no hay que confundirse”, alega un flemático Ledare, de 35 años, aspecto de hipster jubilado con residencia en Brooklyn y respuestas más sesudas que sensacionalistas. “No estoy documentando la actividad sexual de mi madre, sino estudiando la condición de la mujer frente a las convenciones de nuestra cultura, al ideal que debe encarnar toda madre y esposa. Cuando una mujer se aleja del arquetipo, se la considera una desviada y una pervertida”, explica. “En el fondo, no estoy hablando de algo tan extraordinario: solo es una mujer que practica sexo”.

Fue descubierto por Nan Goldin y trabajó como asistente de Larry Clark, con quien comparte afición por “lo oculto, lo vergonzoso y lo amoral”
El fotógrafo estadounidense protagoniza su primera retrospectiva europea, que acaba de hacer escala en el Kunsthal Charlottenborg de Copenhague, donde será expuesta hasta el 12 de mayo. La comisaria de la muestra, Elena Filipovic, analiza el supuesto escándalo en los mismos términos: “A pesar de la omnipresencia del porno en nuestra sociedad, la madre como sujeto sexualizado sigue siendo un tabú inquebrantable”. Y si es su hijo quien participa en su erotización, todavía más. Ledare sostiene que todos sus proyectos giran en torno a la voluntad de “observar lo que permanece oculto, lo que produce vergüenza y preocupación moral”. Por eso admira a Larry Clark, de quien fue asistente durante los noventa. “Pero también a Fassbinder, Mike Kelley o Judith Butler, quienes se especializaron en hacer el mismo tipo de preguntas embarazosas”, añade.
Para el fotógrafo, su trabajo consiste en ponerse a sí mismo en situaciones incómodas. En una de sus primeras series fotográficas, escogió al azar anuncios de contactos en el periódico y pidió a las solicitantes que le fotografiaran en su posición preferida. En una de las últimas, volvió a apostar por otro experimento tan pernicioso como revelador. Se marchó de fin de semana con su exmujer y documentó el reencuentro con su cámara. Dos meses después, le pidió que repitiera la experiencia. Pero esta vez no con él, sino con su nuevo marido. La musa de ambos fotógrafos era la misma, pero la mirada fría y resentida de unas imágenes se volvía tierna y seductora en las otras. “Mi obra quiere ser como un diagrama de las relaciones de poder que subyacen bajo las situaciones corrientes”, concluye Ledare. En sus imágenes, lo anodino esconde lo malsano y lo intolerable conduce hacia lo esclarecedor. Limitarse a llamar al escándalo supone quedarse corto.

http://cultura.elpais.com/cultura/2013/01/18/actualidad/1358512638_356369.html
Fotografías de Leigh Ledare
Mamá reflexionando

Mamá atada y atrapada

Leigh Ledare con su madre
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Mom with Hand on Bed, 2006
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Alma, 2012

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Mom in New How, 2007

©2008 Leigh Ledare

Leigh Ledare - Mother with Wrist Bracevia

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http://we-make-money-not-art.com/archives/2012/11/leigh-ledare.php#.UP3s2B28tc1


domingo, 27 de enero de 2013

Hay Festival / Los escritores difíciles

De izquierda a derecha, los escritores Álvaro Enrigue, Valeria Luiselli y Tryno Maldonado. /DANIEL MORDZINSKI

Los escritores difíciles

Cuatro generaciones de autores latinoamericanos arrojan luz sobre la nueva escena literaria que se aleja cada vez más de España, en el marco del Hay Festival

 Cartagena de Indias 27 ENE 2013 - 18:53 CE

       

Cuando aún retumbaban las palabras de Mario Vargas Llosa en las calles de Cartagena, aterrizaba una camada de cuatro generaciones posteriores de escritores al autor peruano. Frente a unas cervezas y unos cuantos cigarrillos, Valeria Luiselli, Carolina Sanín, Álvaro Enrigue y Tryno Maldonado intentan diferenciar sus palabras escritas del eco del Nobel de Literatura, con el que comparten cartel en el Hay Festival, el encuentro cultural que cerró hoy su octava edición en esta ciudad del Caribe colombiano.
“Los escritores del boom abrimos una puerta a la literatura latinoamericana hace 50 años que no se ha vuelto a cerrar”, afirmaba Vargas Llosa durante la charla que compartió el viernes con el ensayista colombiano Carlos Granés. “Ahora hay una dispersión de voces y temas estilísticamente muy disímiles, más sana e interesante”, toma la palabra Maldonado (Zacatecas, México, 1977), autor de la Temporada de caza para el león negro, finalista del premio Herralde. Sanín (1973, Bogotá) coincide y se aventura a describir la situación opuesta a la que narra Vargas Llosa. La escritora de la compilación de relatos Ponqué y otros cuentos (2010) cree que “el supuesto puente que era España ha dejado de cumplir esa función y son ahora las editoriales pequeñas las que conectan a los escritores latinoamericanos y sus lectores”. El advenimiento y consolidación de una miríada de sellos independientes a lo largo de América Latina genera un nuevo espacio de intercambio que deslocaliza los tradicionales centros de poder editorial –“situados en España, en concreto en Barcelona”, apostilla Luiselli-, en beneficio de la periferia.

Los escritores del 'boom' abrimos una puerta a la literatura latinoamericana hace 50 años que no se ha vuelto a cerrar
Mario Vargas Llosa
Los ejemplos de Sexto Piso y Almadía en México, Eterna Cadencia en Argentina y Estruendo Mudo en Perú configuran una cartografía editorial sustentada en la comunidad, aunque con ciertos dejes del modelo tradicional que adelantó el sello Joaquín Mortiz en España. “Su papel es romper el star system”, asegura Valeria Sanelli (Ciudad de México, 1983), residente en Nueva York con su marido Álvaro Enrigue (Guadalajara, México, 1969) y su hija, donde ambos son profesores y escritores a tiempo completo. “Apelan a un lector distinto”, apostilla Maldonado. Enrigue, seleccionado por la New York Public Library como escritor residente en 2011 y 2012 tras la publicación de Decencia, desconfía de las afirmaciones que dividen la literatura en dicotomías. “El nuevo sistema de mediaciones y la crisis económica han dinamitado lo que quedaba, aunque sigue habiendo autores que quieren ser de Alfaguara o Anagrama”, asegura Enrigue. “Antes, de hecho, el escritor tenía que cumplir las funciones de un prócer, mi generación ya no tiene esa forma de relacionarse, no se busca esa cercanía con el poder”, afirma Maldonado. “La idea del patriarca literario está obsoleta”.
La bibliografía de estos cuatro autores está plagada de géneros e historias que complican arar surcos de tendencias. Luiselli, autora de la novela Los ingrávidos (2011) también huye de las clasificaciones, “poco fructíferas”: “En México, ha habido un boom de la novela del narco y los libros históricos, pero esto te obliga a polarizar sin aportar nada a una determinada circunstancia creativa o editorial”. El caso colombiano, en palabras de Sanín, se estanca en la preeminencia de la escritura que trata la identidad en un afán “épico y convencional” por escribir la gran novela nacional. “Podemos decir enfáticamente que las novelas latinoamericanas se han vuelto más cortas”, plantea Enrigue. “Pero yo no sé si el número de páginas es el tipo de criterio crítico que debemos adoptar para juzgar la producción de una generación, una región o una especie”.

Mi generación ya no busca esa cercanía con el poder
Tryno Maldonado
La preocupación por los argumentos, las historias, que los escritores observan en parte de la literatura que se realiza en América Latina responde a la manera en la que se representan estos pueblos, siempre orientados hacia la gesta. “Esto genera una falta de preocupación por el estilo o el deseo de investigar el lenguaje, las formas y los géneros”, asegura Sanín, que ejerce como profesora de literatura del Siglo de Oro y medieval en la universidad de los Andes en Bogotá. “La generación McCondo escribía para el exterior, enseñaban una Latinoamérica con aptitudes neoliberales, todos éramos más guapos y vivíamos en barrios de moda, libros listos para ser traducidos”, explica Maldonado. “Me da miedo generalizar, pero la literatura de mi generación es más intimista y experimental en la fragmentación de la novela, corre riesgos”, ejemplifica. O lo que terminan por denominar: escritura difícil. “La que no vende”, bromea Luiselli. “Bueno, le decimos difícil para no quedar mal”, responde Enrigue.

Pese al nuevo sistema de mediaciones y la crisis económica, sigue habiendo autores que quieren ser de Alfaguara o Anagrama
Álvaro Enrigue
El Hay Festival se convierte en ejemplo de ese laboratorio en el que se pueda dar “la conversación con los difuntos” –los clásicos a los que recurren estos escritores-, y las mesas con los nóbeles, sin demeritar al hervidero de escritores que como Luigi Amara consiguieron agotar en dos meses la edición de su libro La escuela del aburrimiento, tras su paso por la edición mexicana de Xalapa en octubre. “Emiliano Monge, Julián Herbert, Alejandro Zambra,… ponen en jaque las tradiciones y discuten el lugar del escritor y la posición social de la escritura”, opina Enrigue. “Tengo la sensación de que mi generación ya no tiene como referente a Carlos Fuentes”, plantea Maldonado, en referencia a una antología sobre sus coetáneos que publicó en México y donde se encontró con que los autores más mentados eran Bolaño, Piglia, Rodrigo Rey Rosa, “marginados por el canon latinoamericano”.
La cuarta pata para sostener la literatura latinoamericana que encuentra el quórum entre los autores es la Academia. Sea por deformación profesional o por la libertad lectora que encuentran al preparar sus clases, coinciden en que en “la república de las letras en español se produce una paradoja bastante seductora cuando se tiende a despreciar públicamente a la academia”, dice Enrigue, ejerciendo casi de portavoz.
Sanín, Luiselli, Enrigue y Maldonado están convencidos de que “lo que importa es la conversación con el lector. Todo lo demás –tendencias, referentes, maneras de contar la historia, el léxico- es sucedáneo”.

EL PAÍS



Boom / Universo en expansión


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Gabriel García Márquez
Foto de Daniel Mordzinski

Universo en expansión

Quince escritores de Europa y América analizan el aporte de la generación de escritores latinoamericanos de los años sesenta a a la literatura

Banville, Nooteboom Talese, Cartarescu, Fernández Cubas, Shua, Ben Jelloun, Harss, Arana, Anderson...

WINSTON MANRIQUE SABOGAL Madrid 17 NOV 2012 - 21:39 CET

Un universo en expansión. Como el mismo universo que no deja de evolucionar, sorprender, crear, impulsar, polinizar, brillar o eclipsar. Eso es el boom latinoamericano de los años sesenta, aquellos escritores que empezaron o se forjaron en esa década prodigiosa. Por eso hoy EL PAÍS clausura el especial 50 años del boom. La literatura que cambió el español con la opinión de 15 autores y críticos de medio mundo cuyas voces recorren ese universo literario para iluminar diversas zonas.
GAY TALESE

Deuda
Junto con multitud de lectores durante los años sesenta, estoy en deuda con la llamada generación del boom por sacarme, a mí y a muchos de mis conciudadanos, de nuestra gran ignorancia acerca de los triunfos y padecimientos que han marcado la historia de Sudamérica desde la época del descubrimiento.

Los escritores del boom eran grandes narradores y artistas de lo ficticio, y las historias que contaron a través de su ficción no solo iluminaron y ampliaron nuestro sentido de la realidad sino que también fueron una inspiración para nosotros. Desgraciadamente, es cierto que la mayoría de los escritores de no ficción – biógrafos, historiadores y periodistas — centran su atención en los personajes públicos famosos (dirigentes políticos, celebridades del espectáculo, empresarios y banqueros poderosos); mientras que los escritores de ficción de la época del boom, y sus descendientes, nos han ofrecido historias de la vida “corriente” que han desarrollado nuestra concepción inicial de lo que realmente es corriente. Esto no se debe a que esos escritores imaginasen a esas personas “corrientes” en circunstancias extraordinarias, sino a que los escritores poseían un conocimiento tan profundo de esas personas cuyo entorno compartían que nosotros, los extraños, los lectores de todo el mundo, hemos sido capaces de identificarnos con esas personas lejanas y aceptarlas como nuestras vecinas literarias.

ANA MARÍA SHUA

Revolución
Puso a la literatura patas arriba. Sacó de la academia los experimentos de las vanguardias y se los regaló a la gente, convertidos en narración pura. Descubrió con San Agustín que el tiempo es una cierta distensión del alma, y nos hizo zigzaguear por sus vericuetos. Fue político sin someterse a ninguna ideología. Puede haberse convertido en estancamiento y burocracia: ¡pero nunca olvidemos que fue revolución!.


JOHN BANVILLE

Borges
Aunque el primer libro de realismo mágico fue de Günter Grass, estos escritores le dieron más luz al realismo mágico. Entonces se vivió como una revolución pero no estoy tan seguro de que lo fuera. Por supuesto Borges sigue siendo el mejor de todos ellos.


Eliot Weinberger: Descubrimiento

Está de moda decir que el boom fue simplemente un producto de la mercadotecnia de Estados Unidos que se extendió al resto del mundo: el envoltorio con el que se presentó a un grupo de escritores que tenían poco en común salvo que todos eran latinoamericanos. Puede que esto fuese cierto en parte – nunca se trató de un movimiento estético — pero las consecuencias, desde el punto de vista de EE UU, donde se traduce muy poco, fueron estimulantes. Nunca ha vuelto a haber una concentración así de traducciones provenientes de un idioma o región y una respuesta tan universal. Y la repentina proliferación de textos escritos por los novelistas del boom (y por su predecesor, Borges) también estuvo acompañada de un auge similar de libros escritos por poetas contemporáneos – Neruda, Paz, Parra, Cardenal y muchos otros — así como por maestros anteriores como Vallejo y Huidobro, que antes eran invisibles en inglés. Tenemos tendencia a pensar en el boom en relación con la ficción (y, en efecto, se da la circunstancia de que Cien años de soledadfue la novela única que más influencia tuvo, en todo el mundo, durante la segunda mitad del siglo XX). Pero, en EE UU, la poesía latinoamericana tuvo un efecto enorme sobre casi todas las facciones enfrentadas de la poesía, y muchos de los poetas más importantes – una lista demasiado larga para repetirla aquí —participaron en la traducción de aquellos poemas.
En Estados Unidos el estallido del boom se produjo en medio de los acontecimientos de la Guerra de Vietnam y el movimiento de los derechos civiles, una época de odio del país hacia sí mismo (al menos entre la clase de personas que leía literatura). Había un tremendo interés, y añoranza, por realidades distintas de aquella en la que vivíamos: las religiones asiáticas, los rituales de los indios americanos, las drogas alucinógenas, y así sucesivamente. En la búsqueda de una “contracultura”, no era solo el llamado “realismo mágico” de algunos novelistas sino la propia Latinoamérica lo que parecía, por aquel entonces (antes de lastarbuckización del planeta), existir en un universo paralelo y más atractivo.
Solo a unos pocos de los novelistas y poetas del boom se los sigue leyendo en EE UU: García Márquez, sin duda; Neruda (todavía el poeta más vendido en EE UU); Vargas Llosa y Cortázar hasta cierto punto; Paz. Casi todos los demás han desaparecido en gran medida (en inglés). Pero el heredero evidente del boom es Roberto Bolaño. No solo por el hecho de ser el primer latinoamericano desde los escritores del boom que ha tenido un éxito internacional tan grande. Es que leer a Bolaño se parece mucho a la experiencia de leer un libro como Rayuela en la década de 1960 (como hice yo siendo adolescente). Junto al repertorio de personajes intelectuales, bohemios, libres de espíritu, atractivos e interesantes, está, sobre todo, la sensación de la alegría absoluta de escribir una novela, algo que rara vez se encuentra actualmente en otros novelistas, por mucho talento que tengan. Es algo que recuerda mucho al Godard de los años sesenta: esas películas intrincadas, locas y caóticas, rebosantes de la sensación de que hacer una película es simplemente divertidísimo.
Si pensamos en el boom en función de la creación artística, carece de sentido: las novelas de Onetti, por ejemplo, no le deben nada a Cabrera Infante. Pero en cuanto a la recepción, fue sin duda un boom: la primera vez que Estados Unidos y Europa prestaban atención de manera seria y entusiasta a una literatura contemporánea que no fuese la suya propia. El llamado Occidente descubrió que había otros que tenían cosas que decir y formas de decirlas que no conocíamos. En ese sentido, pude que elboom fuese más importante para el norte que para el sur.

MIRCEA CARTARESCU

Influencia
Mi héroe es Sábato, su trilogía es una Divina comedia de hoy día. Pero creo que Borges y Cortázar han sido más influyentes. Hay algunos libros de García Márquez que es imposible superarlos. Y Vargas Llosa ha ganado el Nobel más merecido de los últimos diez años. Sí, me encuentro a gusto con ese tipo de prosa, aunque mi objetivo es diferente y sigo otro espíritu. (De la entrevista de Ignacio Vidal-Folch)


JON LEE ANDERSON

Universal
Pregunta: ¿Qué opina del boom latinoamericano y cuál fue su primer acercamiento a él o con qué autor o libro?

Respuesta. Mi primer acercamiento con los autores del boom fue con Gabriel García Márquez, con Cien Anos de Soledad, alrededor de 1977, cuando tenía 20 anos y yo iba y venía entre Nueva York y América Latina. El libro fue una revelación, y me abrió los ojos a nuevas posibilidades de ver, de creer, y de narrar el mundo. (Los siguientes autores que leí fueron Cortázar, con Rayuela, creo; Jorge Amado con Gabriela, Clavo y Canela, y Mario Vargas Llosa, con La Casa Verde.)
P: ¿Cuál cree que es la principal aportación a la literatura de ese grupo de escritores?
R: Con esas obras América Latina (como una entidad cultural y geográfica propia) adquirió un lugar reconocido en el imaginario internacional literario, realmente por primera vez. America dejaría de ser interpretada casi exclusivamente en el ámbito internacional por autores extranjeros salvo algunas notables excepciones como Paz, Borges y Carpentier. Y sobre todo con la obra de García Márquez, los “boomistas” también ofrecieron, y por primera vez, una manera distinta de narrar, y de percibir, la realidad latinoamericana, destacando historias de la gente “común" - los indígenas, los mestizos, los negros, y las gentes del campo, tradicionalmente marginados- en lugar de personajes de la élite criolla hispana.
P: ¿Alguna reflexión particular?
R: El boom ha tenido un efecto y una metástasis más allá de la novela, por supuesto, que ha sido de una contribución contundente en el hemisferio -y mucho más allá también-. En el cine, en el teatro, en la telenovela, y en la crónica periodística como género literario, podemos presenciar las múltiples enriquecedoras maneras en que la rotura de moldes sociales de los autores del boom ha contribuido a un canon cultural contemporáneo mucho más incluyente y abarcador. ¿Sería posible el boom actual de literatura entre los autores híbridos del poscolonialismo de la India y África -autores como Salman Rushdie, Zadie Smith, Hanif Kureishi, Chimamanda Ngozi Adichie, y Dinaw Mengistu- si no fuera por el boom latinoamericano de los 60? Lo dudo. El boomlatinoamericano abrió la pauta y dio paso a un mundo literario internacional más incluyente, democrático y vibrante -más representativo- que el que había existido antes.

CRISTINA FERNÁNDEZ CUBAS

Frescura
Lo primero que me admiró y maravilló fue leer a Juan Rulfo y Pedro Páramo, una obra de arte. Luego, esa generación de los sesenta dio una inyección de frescura y nuevas formas de narrar.


LUIS HARSS

España
Pregunta: ¿Qué opina del boom latinoamericano y cuál fue su primer acercamiento a él o con qué autor o libro?
Respuesta: Para mí el primer autor fue Cortázar. Rayuela me deslumbró. Lo vi en una vidriera de una librería española en París, en la calle Monsieur-le-Prince. Yo vivía en un hotelucho a media cuadra, el Médicis. Lujosa pobreza. Expatriado de alma. En Oliveira y sus vaivenes entre dos mundos descubrí mi retrato.

P: ¿Cuál cree que es la principal aportación a la literatura de ese grupo de escritores?

R: La universalidad de la literatura a través del babel de lenguas. El concepto borgiano de que un autor es todos los autores. Y una cierta ampliación en la gama de la "realidad". Ahora incluye el mito y el milagro. Ya no son metáforas o fantasías sino cosas de todos los días.
P: ¿Alguna reflexión particular?

R: No hay que olvidar el aporte español. La amistad de Carlos Barral. El matriarcado de Carmen Balcells. Barcelona fue uno de los polos delboom. El gran traductor al inglés de los escritores del boom, Gregory Rabassa, es hijo de catalanes. Y Galicia nos dio el editor del boom en la Argentina, Paco Porrúa, nacido en la Coruña.

JUAN CRUZ

Periodismo
Pregunta: ¿Qué opina del boom latinoamericano y cuál fue su primer acercamiento a él o con qué autor o libro?
Respuesta: El primer libro con el que sentí que estaba leyendo algo fascinante y diferente, sin ser consciente ni mucho menos de que estaba leyendo un libro más sino un libro distinto, fue Tres tristes tigres, de Guillermo Cabrera Infante. De pronto, en medio de aquellos libros tristes de la España socialrrealista se introdujo una novela que literalmente cambió mi vida.

P: ¿Cuál cree que es la principal aportación del boom a la literatura universal?

R: La diversidad. Se dice boom porque no hay tendencias, hay escritores y hay novelas. Boom significa explosión, partes que quedan de un todo. Hubo de todo; por fortuna se diluyó la expresión realismo mágico, que aludía solo a una parte, y se quedó en boom. Creo que al final esa fue una expresión (una explosión) afortunada.
P: ¿Alguna reflexión particular?

R: La cultura literaria de nuestra generación, y también el periodismo, ha dependido de esos libros. Una expresión máxima de la relación que el periodismo tuvo en la explosión fue el libro de Luis Harss, Los nuestros, afortunadamente rescatado ahora por Alfaguara, así como el libro La invasión de los bárbaros, de Jordi Gracia y Joaquín Marco, que registra la generosidad con la que España recibió el boom. Esa generosidad se trocó en desdén luego, y ahora ese alejamiento se ha salvado para nuestra fortuna.

CHARLES BAXTER

Entusiasmo
Al igual que muchos otros escritores norteamericanos de mi generación, llegué por primera vez a la literatura latinoamericana contemporánea del siglo XX a través de los cuentos de Jorge Luis Borges y Julio Cortázar. Sus historias eran intelectualmente detallistas y a veces desconcertantes, una combinación maravillosa. Como muchos otros, encontré grandes tesoros en Gabriel García Márquez pero, personalmente, prefería las valientes y muy oscuras peculiaridades de la ficción de José Donoso, especialmente en El obsceno pájaro de la noche, un libro del que nunca me he recuperado, en el mejor sentido. En la literatura brasileña, admiro sobre todo la obra de Clarice Lispector, especialmente La manzana en la oscuridad.

Estos libros devuelven a la literatura el poder de los momentos suspendidos descritos con gran entusiasmo, los episodios irreales, las pesadillas, los personajes espectrales y la visionaria contorsión del tiempo para volver atrás. Son visualmente fuertes, un aspecto en el que la escritura norteamericana es débil a veces.

ETGAR KERET

Imaginación
Descubrí a García Márquez y Cortázar durante mi servicio militar obligatorio en las fuerzas de defensa israelíes. Era un soldado pésimo y a menudo, cuando mis compañeros disfrutaban de un permiso, yo tenía que quedarme en la base como castigo. Uno de los oficiales me había prestado algunos libros suyos para pasar el tiempo y gracias a él descubrí la ficción latinoamericana. Para alguien que se había acostumbrado a la escritura de Hemingway, Carver, Cheever y otros hiperrealistas estadounidenses, esto fue una verdadera revolución. Hasta ese encuentro a la edad de 18 años, yo creía que la ficción “seria” guardaba relación con algún tipo de objetivismo realista y que todas las obras no realistas pertenecían exclusivamente al género de la ciencia-ficción. Solo gracias al encuentro con la ficción latinoamericana me he dado cuenta de que escribir algo “real” no significa que deba obedecer las leyes de la naturaleza, sino que esté cerca de la verdad que uno siente en su corazón. La imaginación emocional de García Márquez y la narrativa reflexiva de Cortázar parecían mucho más cercanas a mi verdad interior que toda la ficción realista que había leído hasta entonces. Muy poco tiempo después de aquello, cuando yo mismo empecé a escribir, tuve presente esa lección y comencé a escribir una ficción que fuese por encima de todo fiel a mi experiencia subjetiva y no a la verdad “objetiva”: si después de besar a una chica había sentido que flotaba en el aire, mi personaje también flotaría en el aire, desafiando las leyes de la física, pero siendo fiel a mi experiencia personal.


MARIE ARANA

Lectores
Pregunta: ¿Qué opina del boom latinoamericano y cuál fue su primer acercamiento a él o con qué autor o libro?
Respuesta: "¿Estoy en una pecera porque soy un pez, o soy un pez porque estoy en una pecera?”. Al tropezar con Axolotl, de Cortázar, cuando tenía 12 años y cuando me acababa de trasladar desde Perú, estaba tan fascinada por las preguntas sobre la identidad como el narrador de esa historia. Fue justo antes del boom latinoamericano, antes de que los estadounidenses tuvieran el más mínimo interés por casi todo lo que era extranjero. Para mí, el boom no fue un fenómeno latinoamericano, sino que estaba sucediendo a mi alrededor, en Estados Unidos, en una floreciente población de lectores que, hasta entonces, no se había preocupado ni un ápice por las riquezas de la ficción latinoamericana o por la gran herencia de las letras españolas. El boomfue una novedad, una moda, pero no podía discutirla. Los norteamericanos empezaron a ver a través de otros ojos. Se metieron en otra piel y se convirtieron en el pez de Cortázar.

P: ¿Cuál cree que es la principal aportación a la literatura?

R: Si los tomamos en conjunto, Cortázar, Borges, García Márquez, Vargas Llosa y Fuentes no pueden considerarse un movimiento unificado. No como los románticos franceses, o los beatsestadounidenses, o los vanguardistas rusos. Por eso es difícil decir queaportaron algo específico a la República de las Letras más allá de la considerable fuerza de sus talentos individuales. Eran magníficamentesui generis, y resultaban imposibles de catalogar. No fue un boom de escritores per se, sino un boom de lectores; y esos lectores aumentaron en un número sin precedentes para dar la bienvenida a la ficción latinoamericana por primera vez.
P: ¿Alguna reflexión particular?

R: Antes del boom, en Estados Unidos imperaba una apatía pertinaz hacia las traducciones extranjeras. Uno de los periodistas más famosos de EE UU, James Reston, de The New York Times, afirmaba: “Los estadounidenses están dispuestos a hacer cualquier cosa por Latinoamérica excepto leer algo sobre ella”. El boom demostró que estaba equivocado. Sin embargo, una vez que los latinoamericanos cruzaron la puerta, la situación cambió. A principios de la década de 1980, los hispanoamericanos que escribían en inglés se convirtieron en el centro de atención. Y así es como los “escritores del boom”, como los conocemos, nunca aumentaron en número. Se siguió leyendo a García Márquez, a Vargas Llosa, a Fuentes y a otros, pero el boom nunca se tradujo en nuevo talento latinoamericano. La resistencia ante las obras traducidas siguió siendo la misma que antes, puede que hasta con una terquedad más intensa. El peor legado del boom ha sido la falta de imaginación que provocó en las editoriales, que solo han promovido a los imitadores, en vez de fomentar algo nuevo.

CEES NOOTEBOOM

Contar
Gabriel García Márquez nos descubrió un continente y nos enseñó lo que habíamos olvidado acerca de cómo contar historias. Pero el llamado boom también nos trajo la oscuridad y la profundidad de Onetti, el esplendor intelectual y el mundo mágico de Borges, la brillantez de Bioy Casares y la sorpresa de Saer y Piglia y tantos otros, todos tan diferentes entre sí.


JOSÉ MARÍA POZUELO YVANCOS

Futuro
Pregunta: ¿Qué opina del boom latinoamericano y cuál fue su primer acercamiento a él o con qué autor o libro?

Respuesta: El boom supuso sobre todo la internacionalización definitiva de lo hispano. Dio una visibilidad internacional muy grande a la literatura escrita en español que ha vivido desde entonces la eclosión de traducciones a multitud de lenguas.
Mi primer acceso personal al boom fue la lectura, siendo estudiante de Preu en 1968, de tres novelas: La ciudad y los perros, Cien años de soledad y Rayuela. No acierto a recordar cuál de ellas fue la primera, quizá las leyera seguidas. Lo que si recuerdo es que supusieron un verdadero revulsivo que me marcó mucho como lector.
P: ¿Cuál cree que es la principal aportación a la literatura?
R: Por un lado, ciertos autores recuperaron lo que Ricardo Gullón llamo, a propósito de García Márquez, el “Olvidado arte de contar”, esto es la narrativa de inspiración oral. Esa dirección supuso el maridaje de lo antiguo y lo moderno pues las estructuras míticas y pre-modernas de esas tradiciones, por ejemplo de un Juan Rulfo, se insertaron en la modernidad estructural a través de Faulkner principalmente. Una tercera aportación, visible en Vargas Llosa es una vindicación de la narración y de la ficción como verdadera forma de ofrecer la realidad, reconciliando la novela con la historia colectiva. Por último, autores como Guillermo Cabrera Infante o Alejo Carpentier recuperaron lo mejor de la tradición barroca del lenguaje.
P: ¿Alguna reflexión particular?
R: Toda herencia es también una deuda. Y a su vez toda deuda se hereda. Es por tanto una riqueza ambivalente, porque pesa mucho sobre los jóvenes, pero ellos no quieren limitarse a ser simplemente los “hijos de”, sino que aspiran a tener un nombre propio. Se da en la literatura latinoamericana la angustia de la influencia de la que hablo Harold Bloom. El interés por lo americano les ha hecho más fácil a los jóvenes escritores de América la entrada al mundo editorial. Ahora hay una efervescencia creativa excelente en la americana que habla español, y los estilos son muy distintos. Ni el novelista mexicano Juan Villoro es epígono de Fuentes, ni la cuentista argentina Ana Shua lo es de Cortázar, ni el colombiano Gabriel Vásquez es García Márquez. Hay muchas voces potentes con voz propia. Es posible que sean herederos, pero en todo caso lo más importante es que sean ricos literariamente y que cuando los leamos no nos estemos acordando de su padre.

Tahar Ben Jelloun: Libertad

Pregunta: ¿Qué opina del boom latinoamericano y cuál fue su primer acercamiento a él o con qué autor o libro?
Respuesta. Recuerdo haber escuchado con pasión, cuando todavía estaba en el liceo francés de Tánger, a Alejo Carpentier hablarnos del barroco en la literatura. Era un hombre muy elegante, alto y bueno. Descubría la literatura cubana (en el exilio). Algún tiempo después de esta visita que me marcó, mi amigo Emilio Sanz, historiador de cine, que pasaba mucho tiempo en Tánger, me regaló Cien años de soledad, de García Márquez, traducido al francés y publicado por Éditions du Seuil. Me sumergí enseguida en él, pero no conseguía engancharme. Algo en ese universo me impedía entrar en esa novela diferente de lo que acostumbraba a leer. La leería más tarde, después de descubrir la obra extraordinaria del escritor mexicano Juan Rulfo. Gracias a Pedro Páramo entré en el maravilloso bosque de la literatura latinoamericana. Averigüé que Rulfo había influido en García Márquez, así como en algunos otros escritores de su generación.
Al mismo tiempo, encontraba una familiaridad entre el universo de estos escritores y el de los escritores del mundo árabe. Leía a Carlos Fuentes o a Mario Vargas Llosa como si fueran de mi país.
P. ¿Cuál cree que es la principal aportación a la literatura?
Respuesta. Este auge de la literatura latinoamericana ha sido una suerte para la literatura de la segunda mitad del siglo XX. El azar hizo que varios escritores de una misma generación tuviesen talento y mucha imaginación al mismo tiempo. Constituían una pléyade de creadores repartidos por todo el continente latinoamericano. Aunque sus estilos sean diferentes, sus temas se encuentran en casi toda su literatura. Han aportado audacia, barroco, una inquietud maravillosa, un resto de surrealismo y una especie de locura que contrasta con el realismo europeo o con la adecuación a lo real al estilo estadounidense. Esta literatura ha liberado la imaginación; por lo que a mí respecta, estoy seguro de ello: al leer a Onetti, a Borges, a García Márquez, a Neruda y a los demás, mi escritura ha gozado de un permiso para soñar e inventar. Les debo esta libertad y este desarrollo de la imaginación sin límites.
P. ¿Alguna reflexión particular?
Respuesta. Pertenezco a un pueblo en el que el 40% de sus habitantes no saben leer y escribir. Es un drama, una vergüenza. Sé que algunos países de Latinoamérica también viven este drama del analfabetismo. A uno de estos escritores (me parece que era Carlos Fuentes) se le planteó esta pregunta: ¿por qué escribe usted en un continente de analfabetos? Recuerdo perfectamente la respuesta porque es la que yo doy.
La cito de memoria: “Escribo aunque sé que el pueblo no me leerá, y precisamente porque le han impedido aprender a leer tengo que escribir bien, muy bien, y tengo que darle lo mejor, porque un día ese pueblo me leerá, y si no es él, serán sus hijos, y ahí es cuando mi texto tendrá que ser irreprochable...”. Esta es la idea que aprendí y la he expresado a menudo cuando me lo han preguntado: escribes en un país de analfabetos (y luego algunos añaden), y además escribes en un idioma que no es el del pueblo, ¡escribes en el idioma del colonizador!
Los que me han reprochado que escriba en francés en vez de en árabe, me pedían en cierta manera que dejara de escribir, porque saben que no domino lo suficiente el idioma del Corán para expresarme libremente como lo hago en francés. El citar la respuesta de esta literatura latinoamericana me ha ayudado y me ha apoyado para seguir mi camino de escritor, testigo de mi época y testigo vigilante que a veces actúa. No soy un escritor escondido y tranquilo. Intervengo como ciudadano, pero no llegaré hasta el punto de hacer política como Vargas Llosa.

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