lunes, 16 de noviembre de 2009

Charles Bukowski / La excesiva demencia de un viejo indecente


La excesiva decencia de un viejo indecente

«Stirkoff, es usted un cobarde.Por supuesto, señor.
¿Cuál es su definición de un cobarde?
Un hombre que se lo pensaría dos veces antes de enfrentarse a un león con las manos vacías.
¿Y cuál es su definición de un valiente?
Un hombre que no sabe lo que es un león.
Todos los hombres saben lo que es un león.
Todos los hombres suponen que lo saben.»
Charles Bukowski, «Escritos...,

La editorial Anagrama presenta ahora a los lectores españoles su tercera entrega de textos de Charles Bukowski, sin duda, uno de los grandes budas del underground norteamericano. Tras la edición de Erecciones, eyaculaciones, exhibiciones y La máquina de follar llega ahora esta recopilación de artículos publicados por su autor en la revista independiente Open City, de título tan atractivo para los estructuralistas de contrasolapa.





Con traducciones discretas -suponemos que verter al castellano el Slang de Bukowski exige un conocimiento de la lengua y, del argot macarra harto difícil- la editorial Anagrama silencia el orden cronológico de la publicación originaria de los textos recopilados. Un dato que se echa en falta a la hora de valorar en todas sus dimensiones la obra de Bukowski, obra que me parece, sin lugar a dudas, una de las más atractivas de cuantas se han dado a conocer en las últimas décadas en esto que llamamos España.
En este tercer volumen sorprende, en primer lugar, el abundante número de textos dedicados a criticar y analizar las instituciones sociales vigentes. Bukowski dedica buena parte de sus energías a lo que puede ser denominado como «corpus moral» de sí mismo. Psiquiatría y psiquiatras. patria. guerra. clase política, preferencias culturales y un amplio etcétera sirven al autor para reflexionar sobre el ahora Y. al hacerlo. mostrar buena parte de sí mismo. Quizá todo este aparato moral, muy decente por otra parte. pese al título de la recopilación. sea lo menos sugerente del libro. Afirmar. como él lo hace, que «para aprender no leas a Carlos Marx. Es mierda ya muy seca. Aprende. por favor. el espíritu. Marx es sólo tanques cruzando Praga. No te dejes cazar así, por favor. En primer lugar lee a Céline. El mejor escritor en 2.000 años. Incluye, por supuesto, Eextranjero, de Camus. Crimen y castigo. Los hermanos. Kafka entero...». es coincidir con gente tan dispar, en lo que se refiere a vida y obra. como Juan Carlos Onetti (véase el suplemento de Arte y Pensamiento, de EL PAIS, de 31 de diciembre de 1978) o Gonzalo Torrente Ballester, que también considera a Céline corno uno de los escritores más atractivos de los del presente siglo. Bukowski. Onetti y Torrente Ballester poseen conceptos sobre la vida y el inundo, prácticamente antagónicos sin embargo, coinciden en sus gustos literarios. sobradamente cualificados. Pues bien, ello quiere decir que el Bukowski moral es mucho menos original y vitalista que el Bukowski escritor. Le gusta Céline, pero lo que importa es que asimila sus lecturas de una manera peculiar. Rechaza a los psiquiatras -como mucha más gente, cabría añadir- pero lo que importa es que narre esos espléndidos relatos sobre hospitales psiquiátricos. Es decir, al lector -supongo- le interesa mucho más el Bukowski recreador que el analista. De ahí, quizá, que en estos Escritos... se agradezca mucho más el relato del coito entre el autor y, una puta de 120 kilos de peso (por supuesto rompieron las cuatro patas de la cama), que las diatribas del escritor sobre la mediocridad de los políticos. Analizar los fallos del sistema exige una cierta lucidez mental y un esquema civilizado de valores. Crear los mejores relatos cortos que se escriben en la actualidad exige una sensibilidad muy especial y un dominio del lenguaje, algo muy infrecuente.

La proclividad moral del periodismo

Se puede alegar que el libro reseñado es una recopilación de colaboraciones periodísticas, género en el que, al parecer, la proclividad hacia los análisis morales se incrementa, pero también es verdad que Bukowski es capaz de afirmar que «la diferencia entre Arte y Vida es que el Arte es rnás soportable». Creer esta afirmación e insistir en la denuncia de las contradicciones del sistema, las cuales han demostrado ya su perdurabilidad al margen de los regímenes políticos, es dejar una puerta abierta a la esperanza redentorista. Algo muy difícil de encajar en quien ha demostrado poseer una magnífica sensibilidad creativa y un profundo conocimiento del hombre.



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